Cómo Rusia ganó la guerra electrónica secreta en Siria

Cómo Rusia ganó guerra electrónica secreta en Siria. Los sistemas de guerra electrónica rusos han demostrado ser altamente efectivos durante las operaciones aéreas en Siria. Un responsable ruso de la industria de armamento señaló a varios medios de su país que “ha habido en el pasado muchas declaraciones sobre los logros de los misiles, aviones y barcos rusos en Siria, pero por razones perfectamente comprensibles no se ha hablado tanto sobre la otra guerra secreta que tuvo lugar en el espacio aéreo sirio”. En dicho espacio, se ha producido en los pasados meses una confrontación entre los últimos sistemas de guerra electrónica rusos y otros estadounidenses, turcos e israelíes. Así por ejemplo, a finales del pasado año Rusia recibió información que apuntaba a que Turquía había situado su sistema de creación de interferencias Coral en las regiones fronterizas con Siria con el fin de intentar dañar la efectividad del sistema de defensa antiaéreo ruso S-400 Triumf. El sistema Coral es efectivo pero no afecta al S-400. El sitio de Internet Flightradar24, que sigue todos los vuelos que se producen en el mundo en tiempo real, afirmó que Rusia había transferido a la base de Hamaimim a finales de febrero el último avión ruso de reconocimiento Tu-214R, que está equipado con diversos sistemas electrónicos, incluyendo algunos que utilizan rayos X para producir interferencias electrónicas y desbaratar los radares y otros equipos electrónicos enemigos. El avión es capaz de interceptar e interferir una gran cantidad de señales de radio de teléfonos móviles y también aviones, radares y sistemas de guerra electrónica. Según los expertos, este avión fue suministrado a Siria para detectar el movimiento de terroristas y controlar el cese el fuego. Tras el derribo de un bombardero táctico Su-24 el pasado 24 de noviembre sobre el cielo de Siria, Rusia equipó a los aviones de bombardeo táctico Su-34 con sistemas de interferencia electrónica y misiles aire-aire. Tales sistemas pueden cegar efectivamente los sistemas electrónicos de los aviones y radares enemigos y protegieron a los aviones rusos mientras realizaban sus operaciones. De este modo, los turcos, sabedores de que estaban en inferioridad tecnológica, operaron por no violar el espacio aéreo sirio. Un nuevo informe detalla la preocupación del Pentágono por el creciente número de ataques electrónicos rusos contra posiciones militares estadounidenses en Siria. Según declaraciones públicas del Pentágono, el número de ataques es de más de dos mil y se ubican en una docena o más de bases secretas, principalmente en el noreste de Siria, integradas en las FDS (Fuerzas Democráticas Sirias), en su mayoría kurdas. La guerra electrónica no es menos peligroso que los ataques convencionales con bombas y artillería y ha permitido a las tropas estadounidenses descubrir la tecnología rusa en el campo de batalla. Desde que en 2015 Rusia intervino en Siria a petición del gobierno de Assad, las dos superpotencias se han enfrentado en múltiples ocasiones, pero se han comunicado a través de una línea directa de militares a militares diseñada para evitar colisiones aéreas y choques directos de tropas. Rusia, junto con el Gobierno sirio, considera a las tropas estadounidenses como ocupantes extranjeros no invitados, que han cometido un acto de agresión contra el Estado sirio, matando a cientos de soldados sirios (y mercenarios rusos, aunque no estuvieran bajo las órdenes de Moscú), durante múltiples incidentes cerca de las líneas de frente en Deir Ezzor. El general Raymond Thomas, jefe del comando de operaciones especiales de Estados Unidos, ha admitido en una conferencia de inteligencia y tecnología militar que Siria se ha convertido en “el entorno de guerra electrónica más agresivo del planeta”. Según Thomas, los adversarios rusos, iraníes y sirios “nos ponen a prueba todos los días, bloqueando nuestras comunicaciones, desactivando nuestro EC-130”, el avión de mando y control en el campo de batalla aéreo de la Fuerza Aérea. La interferencia electrónica por parte de las fuerzas rusas supone una amenaza de escalada en un entorno ya de por sí confuso, dada la amplia gama de grupos y actores estatales que operan en Siria. El Pentágono está reconociendo el éxito de la interferencia rusa. El coronel del ejército de los Estados Unidos Brian Sullivan describió un episodio reciente ante los periodistas la semana pasada. Dijo que sus tropas se habían encontrado con un “entorno de guerra electrónica saturada” mientras luchaban en el noreste de Siria durante su despliegue de nueve meses, que duró de septiembre de 2017 a mayo de 2018. La guerra electrónica rusa, admitió Sullivan, “nos ha planteado retos que hemos sido capaces de afrontar con éxito, y nos ha dado la oportunidad de operar en un entorno que no puede replicarse en ningún lugar de nuestro país, incluidos nuestros centros de entrenamiento de combate”. En una cita particularmente perturbadora que recuerda a la Guerra Fría, el coronel señaló: “Esta es una gran oportunidad para que operemos particularmente en el entorno sirio donde los rusos están activos”. La guerra electrónica implica el cese de las comunicaciones y la capacidad de navegación en tierra y en el aire, algo particularmente peligroso en un espacio de batalla abarrotado como Siria. Los nuevos sistemas de guerra electrónica de Rusia son sofisticados. Pueden montarse en grandes vehículos o aviones y pueden dañar objetivos situados a cientos de kilómetros de distancia. El problema de la guerra electrónica en general es que puede obnubilar la visión del campo de batalla, la visión operativa, y puede conducir a errores realmente terroríficos. Rusia ha realizado enormes progresos en su capacidad de sistemas de guerra electrónica en los últimos quince años, ya que percibe que la amenaza de una invasión de la OTAN en sus fronteras no puede sino aumentar.

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